viernes, 21 de diciembre de 2012

Feliz tú, que has creído

Lectura orante de Lucas 1,39-56

Lucas 1,39-56

39 En aquellos días, se levantó María y se fue aprisa a la región montañosa, a una ciudad de Judá; 40 entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
41 Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; 42 y exclamando con gran voz, dijo:
- Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; 43 y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? 44 Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. 45 ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!

46 Y dijo María:
Proclama mi alma la grandeza del Señor
47 se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador,
48 porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava.
Desde ahora todas las generaciones me llamarán dichosa,
49 porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí,
su Nombre es Santo
50 y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
51 Él hace proezas con su brazo,
dispersa a los soberbios de corazón.
52 Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes.
53 A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
54 Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
55 - como había prometido a nuestros padres –
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
56 María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.

PROPUESTAS DE LECTURA

* Observa las dos partes del texto: la primera, el encuentro de María e Isabel; la segunda, el cántico de María. Fíjate en los verbos y en sus protagonistas.

* Constata lo que sabes al terminar de leer la escena:

- Acerca de Isabel: ha sido capaz de interpretar la señal recibida de su hijo de que está en la presencia del Señor y, yendo más allá de las apariencias (lo que sus ojos “ven” en María es a su joven pariente de Nazaret), su fe la proclama: Madre de mi Señor, bendita y dichosa. En su felicitación no usa la persona tú, sino la tercera persona: “Dichosa la que ha creído” y eso insinúa una situación de felicidad que puede repetirse en todos los que crean.
- Acerca de María: es ella la que ha tomado la iniciativa de ponerse en camino (el verbo “levantarse” es el que se usa para la Resurrección) y lo hace a toda prisa, indicándonos algo de su actitud interior de prontitud y disponibilidad. Su voz llena de Espíritu Santo a Isabel y hace que el niño da saltos de gozo en su seno. Se nos revela como Madre del Señor y como bendita (prolongación de las palabras del ángel en la Anunciación), y dichosa (anticipación de la proclamación de las bienaventuranzas). Estos títulos aluden a aspectos más profundos y receptivos que el de sus acciones y nos anuncian que su identidad más profunda consiste en su relación con Dios y su fe en El: la Madre del Señor tiene también como nombre: “la que ha creído”.

* En la segunda parte, el cántico nos hace comprender que la alegría y la alabanza de María nacen de saberse mirada por el Señor: por eso es capaz de ponerse a contemplar el mundo con Su misma mirada. Es Él quien hace cosas grandes y a ella no le queda más que “engrandecerle” y dejarle a Él todo el espacio y todo el protagonismo.
- Acerca de Dios: aparece dos veces (la repetición es la manera bíblica de subrayar la importancia de una idea) como sujeto del verbo prometer; en el cántico recibe estos títulos: Señor, Salvador, Santo, Poderoso y se hace referencia dos veces a su misericordia. Sus acciones nos revelan algo de sus “costumbres y preferencias”, las mismas que contemplaremos en  Jesús a lo largo de todo el Evangelio.

PROPUESTAS DE MEDITACIÓN

Mira a las dos mujeres portadoras de un misterio de vida, habitadas por una vida en semilla.
- las dos atentas: María a la noticia de que Isabel, la estéril, espera un hijo; Isabel, a la voz de María, a la vida invisible que lleva dentro
- las dos van más allá de ellas mismas: María sale de Galilea; Isabel va más allá de lo que ve: llama a María “Madre de mi Señor”
- cada una da, recibe y aprende de la otra: María, su saludo y su servicio; Isabel, su reconocimiento, su bendición y su proclamación de felicidad
- cada una conduce a la otra más allá de sí misma: María pro-voca la fe de Isabel y que se llene de Espíritu Santo; Isabel pro-voca a María para que cante el Magnificat.
- María visita a su prima con la Presencia de su Hijo, don para toda la humanidad. Es la nueva “Arca de la Alianza” que lleva, en su seno, al Dios que la habita para todos. Lee, desde esta perspectiva, el texto de Etty Hillesum:
“A veces, las personas son para mí como casas con las puertas abiertas. Entro, vago a través de los pasillos, de las habitaciones. La disposición es un poco diferente en cada casa. Sin embargo, todas son semejantes, y debería ser posible hacer de cada una de ellas un santuario para ti, Dios mío. Y te lo prometo, te lo prometo, Dios mío, te buscaré un alojamiento y un techo en el mayor número de casas posible. Es una imagen divertida: me pongo en camino para buscarte un techo. Hay tantas casas deshabitadas, y te introduzco en ellas como al Huésped más importante que puedan recibir” (Etty Hillesum,17 de septiembre de 1942)

PROPUESTAS DE ORACIÓN

1) - Siéntete, como María, bajo la mirada del Dios que te envuelve en su misericordia y déjate inundar por el gozo que desborda de toda la escena.
-Agradece la Vida de la que eres portador/a, el “fruto” de la acción de Dios que está ya presente en ti. Pídele ser capaz de reconocer esa Presencia y esa Vida en los demás.
- Déjate contagiar por su manera de contemplar el mundo y por sus preferencias.

2) María del Adviento (Alberto Iniesta)

¡Pobre María, tan incomprendida!,
tan incomprendida casi como tu mismo hijo,
al que aquí abajo nunca comprenderemos del todo,
ante el que tú misma, es verdad, también te pasmabas,
pero seguías,
como Abrahán seguía la palabra de Dios que le guiaba,
aunque no supiera de antemano el camino.

María había llevado el camino en sus entrañas de carne,
y lo llevaba siempre en sus entrañas de fe.
María vuelta a nuestra casa,
no como una diosa, sino como hija de Dios;
no como una madre, sino como una hermana;
no como una maestra, sino como una discípula,
la mejor discípula
del mejor maestro.

María peregrina,
que pisaba la tierra paso a paso,
que no fue llevada en volandas por los ángeles,
que, aun teniendo al Hijo de Dios dentro,
no estuvo ensimismada,
sino extasiada,
entregada al servicio del prójimo,
en viaje a casa de su prima Isabel,
en viaje a todas nuestras casas,
a servir,
a echar una mano en esas cosas corrientes
de todos los días,
en esos pucheros donde los santos
descubren a Dios.

María nos recuerda que el mundo está preñado de Dios,
que es cuestión de saber verlo,
y para saber verlo, es cuestión de saber desearlo.
¿Tendremos, al menos en Adviento, hambre de Dios?
¡Dichosos los hambrientos
porque ellos serán saciados!
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Propuestas de lectura y meditación tomadas del equipo de Lectio Divina de la UPComillas.

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