viernes, 30 de septiembre de 2011

Madre María, abadesa de Buenafuente del Sistal

Madre María Romero
A través de Ángel Moreno, he recibido la noticia de que la madre María, abadesa del monasterio cisterciense de Buenafuente del Sistal desde hace doce años, ha sido reelegida para un nuevo sexenio.
María es una mujer sencilla y buena. Una andaluza simpática y mujer sabia.
Su comunidad cisterciense es pequeña pero da mucha vida a muchísimas personas que pasa por allí todos los años para hacer retiros, ejercicios espirituales o para estar sencillamente en contacto con Dios y con la naturaleza, en clima de silencio y con un estilo de vida austero y alejado del ruido. Las monjas hacen de Buenafuente lo que es: un hogar donde se encuentra a Dios. Su hospitalidad y su oración incesante son los pilares de Buenafuente. ¡Ojalá lleguen nuevas vocaciones a su casa! Lo necesitan ellas pero, sobre todo, lo necesitamos todos: lugares donde se respira a Dios.

Noticia____________________________

El día 30 de septiembre, memoria litúrgica de San Jerónimo, se ha celebrado en el Monasterio de la Madre de Dios de Buenafuente del Sistal, presidido por el Sr. Obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara, el Capítulo conventual, para elección de Abadesa del Monasterio, una vez concluido el mandado de seis años, para el que fue elegida M. María Romero.

En torno al mediodía, han repicado las campanas del Monasterio, para indicar que se había llevado a cabo la elección, y que la Comunidad había elegido Abadesa.

Comunidad cisterciense de Buenafuente del Sistal

Fue reelegida M. María Romero para un tercer sesenio, y ha recibido la obediencia de las monjas y la felicitación de las personas que viven habitualmente en Buenafuente.

Nos unimos a la acción de gracias del Monasterio de la Madre de Dios, de monjas cistercienses, al mismo tiempo que rogamos por su M. Abadesa, y por que no falten vocaciones que mantengan la presencia monástica en el Sistal, que desde 1245 viene siendo habitado por la Orden del Cister.
Terminada la época estival, tiempo de intenso trabajo por la acogida de huéspedes que desean hacer sus días de ejercicios espirituales, las monjas dedicarán un tiempo de descanso y para hacer ellas mismas los Ejercicios.

Mañana, día 1 de octubre, fiesta de Santa Teresita, doctora de la Iglesia, celebra su onomástico Madre Teresita, quien ayer era felicitada por la Sra. Presidenta de la Diputación Provincial del Guadalajara, algunas Diputadas provinciales, y el Alcalde del municipio de Olmeda de Cobeta.
Hoy ha participado con todas su hermanas en el Capítulo Conventual, y hemos sido testigos de su activa y consciente participación, al extremo de pronunciar de memoria la formula de obediencia a la Madre Abadesa.
¡Enhorabuena a la Comunidad cisterciense de la Madre de Dios, de Buenafuente del Sistal! Dios quiera que pronto podamos anunciar el ingreso de nuevas vocaciones que enriquezcan y fortalezcan la presencia monástica.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Himno a la vida de Fernando Arbex

Os dejo esta noche con el Himno a la vida de Fernando Arbex.
El video es muy mejorable. Lo hice deprisa con las diapositivas de un pps que se me desconfiguró, y no tuve tiempo de introducir las palabras dinámicas y con otro estilo de letra. Queda pendiente la mejora.
Pero no miréis la imagen, si os molesta la presentación tan poco estilosa. Cerrad los ojos y disfrutad con la intensidad, la fuerza y la ternura de esta nana de bienvenida al hijo recién nacido.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Nuevo "look"

Curso nuevo, "look" nuevo, nuevas fuerzas, proyectos nuevos... ¡Por fin he dado con una imagen del blog con el que me siento cómoda porque habla de mi "look" interior!
En la composición frontal está Jesús, Jesús, Jesús y... otra vez Jesús, en el que tengo siempre puestos los ojos. Los mosaicos de Rupnik son muy expresivos y retratan al Señor que "llevo en mis entrañas dibujado":

- El que desciende a los infiernos para sacarnos de nuestros infiernos. ¡Qué potente y qué tierno a la vez! Alrededor del cuello, como un pastor lleva a un cabrito, lleva Jesús cargado a Adán. Sus rostros casi se rozan. Adán mira a Jesús con grandes y atentos ojos, y no hace otra cosa sino mirarlo. No puede hacer nada para salvarse a sí mismo y se deja llevar, abandonado a los brazos del que es más fuerte que él. Es el Salvador, el Resucitado, el amoroso Pastor el que lo carga en sus hombros y agarra fuertemente la mano de Eva, que a su vez se agarra a Él mientras tiene cogido a su compañero Adán. No nos salvamos solos. Jesús carga con los dos. Tira de los dos hacia la luz... ¡Éste es mi Señor y mi Dios!

- Más adelante están las manos del Crucificado-Resucitado partiendo el pan. Jesús es pan tomado, bendecido, partido y entregado para que todos comamos y quedemos saciados. Unas manos reparten ese pan para todos. El mundo que Dios quiere es ése: un mundo de justicia, solidaridad, igualdad, en el que todos comen y sobra, porque hay recursos suficientes para todos. Quizá esas manos que dan el pan sean nuestras propias manos ("Comiéndote sabremos ser comida", dice un poema de Casaldáliga).¡Éste es mi Señor y mi Dios!

- Al final, Jesús lava los pies a Pedro y, en Pedro, a la humanidad entera. "El Pastor se hizo Cordero. Servidor se hizo mi Rey". El "Altísimo" está clavado en el suelo ante unos pies sucios y cansados para lavar, ungir, curar y aliviar... ¡Éste es mi Señor y mi Dios!

- Y entre las imágenes, la Palabra que es luz y vida. "Bereshit" es la primera Palabra de la Biblia, "en el principio..." "En el principio creó Dios los cielos y la tierra... y vio que todo era bueno". El libro de Rut, uno de mis preferidos, está en segundo lugar. Y, junto al lavatorio de los pies, el evangelio de Juan: "En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios..."

Jesús lo hace todo nuevo: un ser nuevo, una nueva creación. Que Él sea el motor de todos nuestros deseos y nuestras búsquedas.
Como fondo, un texto hebreo tomado del libro Shir ha-shirim, El Cantar más bello. No es el que sigue, pero con éste quiero terminar por hoy:

"En mi lecho, por la noche,
busqué al amor de mi alma,
lo busqué y no lo encontré.
Me levanté y recorrí
la ciudad, calles y plazas;
busqué al amor de mi alma;
lo busqué y no lo encontré.
Me encontraron los guardias
que hacen la ronda por la ciudad:
¿Habéis visto al amor de mi alma?
Apenas los había pasado,
cuando encontré al amor de mi alma.
Lo agarraré y no lo soltaré..."

(Cant 3,1-4a)

martes, 20 de septiembre de 2011

"Sumérgete en el enviado"

Eso es lo que le dijo Jesús al ciego de nacimiento, muy disimuladamente, en el capítulo 9 de Juan ("Vete y lávate en la piscina de Siloé"; y añade Juan, casi sin intención, "que quiere decir 'Enviado").
Es lo que estamos haciendo un grupo de monjas contemplativas y yo en algún lugar de Madrid, durante toda esta semana: sumergirnos en la Palabra que nos habla del Enviado, del que viene siempre, del que está siempre en nosotras, del Señor de nuestra vida, de nuestro amor y nuestro todo.
Intento avanzar en la narración de una historia en la que me encuentro retratada, presente, siguiendo a Jesús de cerca, observándole, escuchándole, enamorándome de Él a medida que le escucho y le miro. Pero no avanzo, porque cada palabra, cada episodio, están cuajados de un significado denso y maravilloso. Me pasa siempre que cuento la Palabra. Me entretengo, "me divierto" (como decía Santa Teresa, es decir, "se me va el santo al cielo"...), viajo por ella, voy y vengo, y en torno a una frase o a un pasaje se me abren mil ventanas de sentidos iguales pero distintos.
Este año no he hecho ejercicios espirituales aún, pero estos días están siendo, para mí, unos ejercicios espirituales, porque continuamente tengo ante mis ojos la contemplación de un Rostro y la atracción amorosa hacia mi identidad en Cristo. El entusiasmo, la alegría, el interés y la propia búsqueda de mis compañeras de camino hacen, además, que todo sea más hermoso.

Este año toca "Hemos contemplado su gloria" (Jn 1,14): un recorrido por todo el Nuevo Testamento.
Tengo una fijación en eso de "ver al Invisible".
Y no soy la única.

domingo, 18 de septiembre de 2011

La hora undécima

En torno a Mateo 20, 1-16

Tras cuatro meses de ausencia, vuelvo a estas páginas de la mano de las últimas palabras de mi último post de mayo: es sólo el amor el que hace nuevas todas las cosas. Y, si no, que se lo pregunten a los trabajadores de la viña del evangelio de hoy. ¡Que sorpendente e inesperado es Dios para unos y otros! Para los primeros, desconcertante, exasperante, injusto. Para los segundos, inexplicablemente bondadoso.

Por mi parte, podría decir que yo soy una obrera contratada en la hora prima. Sentí la llamada del Señor cuando tenía ocho años y volví a escucharla, esta vez irresistiblemente, en plena adolescencia, a los quince. A los diecisiete ya formaba parte de mi congregación, y el día que cumplí los veintidos, hice la primera profesión religiosa. Sin embargo, me considero una mala colaboradora de Jesús en los trabajos de su viña. ¡Cuánto me falta por aprender y cuánto por entregar!
Por eso, el evangelio de hoy me anima y alienta mi esperanza. Quizá me convierta al Señor sólo en la hora undécima de mi vida. Quizá sólo en la hora undécima llegue a ser lo que el Señor quiere que sea. Pero ese instante de amor, ese poco de trabajo unida absolutamente al Buen Señor de la viña, habrá justificado toda mi existencia.
En cuanto a la "recompensa", no creo que nadie crea, ame y siga a Dios esperando paga alguna. ¿El cielo? ¿La salvación? ¿La gloria?... Malos obreros seríamos si tuviéramos los ojos puestos en el salario. Este evangelio me habla también de gratuidad, de desinterés, y de que la única paga deseable es experimentar con asombro la generosidad de Dios para con todos, primeros y últimos, de "dentro" y de "fuera", iguales y distintos... A todos nos abraza por igual el amor infinito de Dios. 


Señor, tu paciencia es mi salvación.
Gracias a Ti, Dios Bondadoso.
Gracias a Ti, que tanto me esperas.
Gracias a Ti, que me amas más
de lo que yo puedo amarme ni entiendo.