viernes, 19 de septiembre de 2008

María Magdalena

El evangelio de ayer (Lc 8,1-3) nos decía que Jesús iba por pueblos y aldeas anunciando ese nuevo modo de vivir que llamamos "Reino", y con él iban discípulos y discípulas. Hecho, éste último, totalmente insólito en aquel tiempo.
Estas discípulas son las mismas que acompañaron a Jesús hasta Jerusalén y que, cuando todos huyeron, se mantuvieron resistentes hasta la cruz.
Entre ellas estaba María Magdalena, la que obstinadamente se sigue identificando con la pecadora, mujer de mala vida o prostituta, para más detalles.

Son ya docenas las veces que he intentado clarificar, en los cursos bíblicos, las identidades de las mujeres del evangelio, que habitualmente todo el mundo confunde (incluidos nuestros sacerdotes en sus predicaciones...). Docenas las veces que he dicho que nada hay, en los evangelios, que identifique a María Magdalena con la prostituta de Lucas 7, ni con la adúltera de Jn 8. De María Magdalena sólo se dice que Jesús la había liberado de siete demonios y que fue la primera testigo de la resurrección. Nada más. Pero, no es la primera vez que, a la vuelta de curso, los alumnos me siguen diciendo lo mismo: María Magdalena, la que ungió los pies a Jesús en casa del fariseo...
Eso, por no hablar de libros como El Código Da Vinci, que inventa una tórrida relación entre la discípula y su Maestro.

¿A qué se debe que tanto "en casa" como fuera, es decir, tanto en el ámbito eclesial como extra y antieclesial, se haya tergiversado tanto la identidad de esta mujer?
Quiero recomendar dos libros que pueden clarificar mucho cómo y por qué esta desfiguración de la identidad de María, que llegó a considerarse, en los primeros siglos, "apóstol de los apóstoles" y que pasó a ser, después, el prototipo de pecadora y penitente que conocemos.

El primer libro es el de nuestro amigo Quique Fernández, María Magdalena, de la colección Mujeres en la historica, ed. Edimat.
Y el segundo es el editado por Isabel Gómez Acebo en DDB, María Magdalena, de apóstol a prostituta y amante. Este volumen pertenece a la colección En clave de mujer.

Y, ya que estamos, vamos a recomendar esa colección: se trata de una serie de "libros religiosos y teológicos que pretende divulgar el pensamiento femenino sobre estas materias. Un pensamiento que se ha presentado con fuerza a partir de los años 70 y que se inició, fundamentalmente, en el mundo americano y alemán. Las mujeres españolas han entrado tarde, lo que no puede extrañar a nadie, ya que nuestra cultura mediterránea ha supuesto un mayor freno a la incorporación de las mujeres a la vida pública, cualquiera que fuese su campo. La colección pretende recuperar silencios, corregir interpretaciones, ofrecer espiritualidad,... con la convicción de que también las mujeres pueden y deben acceder a alguna parcela de la verdad sobre Dios"

(http://www.edesclee.com/Formularios/Colecciones.asp?idColeccion=16&inicio=1).

Los jueves de Comillas

Desde hace cuatro años, formo parte del grupo de animadores de la Lectio Divina que se realiza los jueves por la tarde, de 8 a 9, en la capilla del ICAI-ICADE de la U.P.Comillas, en Madrid.
Fue Dolores Aleixandre la que me invitó a formar parte de este grupo (como a tantas otras cosas). El grupo lleva funcionando desde 2002 y en la actualidad está constituido por diez miembros, jesuitas, laicas/os y religiosas/os, que llevamos adelante con entusiamo, semana tras semana, este proyecto de Lectura Orante en la universidad.
El grupo de asistentes no es muy numeroso: unas cuarenta personas, en su mayor parte, religiosas, algunos laicos y algunos sacerdotes. Pero esta Lectio llega a numerosos países y grupos, difundida por el s.j. Quique Climent a través de sus numerosos contactos.
En nuestra web www.discipulasdm.org he comenzado a publicar, en documentos word, todas las propuestas de Lectura Orante que este grupo ha preparado hasta ahora.
Si a alguien le interesa, puede descargárselas en:
Esas páginas de lectura, meditación y oración no sólo sirven para realizar la lectura orante, sino incluso para el estudio de los textos, en caso de que alguien esté haciendo una lectura seguida de la Biblia.
De momento, el equipo ha ido preparando la lectio sobre el evangelio de Lucas (completo), algunos textos del A.T. y del Nuevo correspondientes a las primeras lecturas del domingo, algunos salmos y cánticos escogidos, y finalmente, el evangelio de Mateo, que esperamos completar en tres años.
La Lectio Divina en Comillas tiene lugar todos los jueves del mes, excepto uno, que se dedica a una conferencia bíblica en el Aula Schökel, a cargo de los profesores de Sagrada Escritura de la universidad. Aún no cuento con la programación de las conferencias de este año. Cuando lleguen a mí, os informaré.
En la foto que sigue, os presento al equipo del año pasado. Faltaban Pedro Barrado y Dolores Aleixandre, pero el photoshop hace maravillas y a ésta última la incluí (quizá me ha quedado muy bajita...; perdona, Dolores). Como de Pedro no tenía foto, no he podido meterlo en algún hueco. Este año nos dejan Dolores y Ana, y se han añadido Azucena Fernández, religiosa del Santo Ángel, y Fernando, s.j. Cuando pueda hacerles una fotillo, os los presentaré.





De izquierda a derecha: Dolores Aleixandre, Quique Climent, Pilar Casarrubios, Carmen Yebra, Pepe Pedregosa, Trinidad Jiménez, Gema, Ana Fernández, Rafael Aguinaga (no es miembro del equipo pero es participante incondicional), y yo.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Los primeros ejercicios espirituales de Mónica

La autora de este blog, la hermana Conchi, me ha pedido que cuente mi experiencia en Buenafuente del Sistal.
Antes de comenzar quiero agradecer a Dios por haber puesto a Conchi en el camino de mi vida. A ella le debo, no sólo estos días de agosto que he pasado en Buenafuente, sino también el hecho de que esté estudiando “Ciencias Religiosas” en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas “San Pablo” de Alicante. Ella es una “mediación” enviada por Dios.

Sinceramente yo nunca había oído hablar de este sitio hasta que el año pasado Conchi me comentó que se iba unos días al monasterio de Buenafuente del Sistal a hacer ejercicios espirituales. Me comentó que era un monasterio cisterciense del siglo XIII situado en un lugar apartado de la provincia de Guadalajara y la verdad es que me dio bastante envidia, así es que este año decidí pasar parte de mis vacaciones haciendo ejercicios espirituales en Buenafuente.

Cuando llegué, lo que más me llamó la atención de este sitio era su hermosa naturaleza, reflejo exiguo de la Belleza Suprema. Yo vivo en la ciudad y no estoy acostumbrada a estos paisajes. Este entorno junto con la tranquilidad que hay allí invitan constantemente al creyente a la oración y la meditación.

Mi jornada diaria se dividía en rezos, meditaciones y lectura. Afortunadamente, las monjas del monasterio permiten que la gente comparta con ellas sus rezos, así es que todos los días podíamos apreciar las bonitas voces de las hermanas, especialmente la de la hermana Nela recitando salmos, y la de la madre abadesa cantando el Padrenuestro, siempre acompañadas por el canturreo de la fuente que se encuentra dentro de la iglesia.
A pesar de que cantaban sin micrófono se les oía perfectamente gracias a la buena acústica de la iglesia románica del siglo XIII.

Los momentos del día que más me gustaban eran los dedicados a la lectura. Cuando no tenía rezo ni meditación, me adentraba en el campo para conseguir allí un mayor silencio, silencio en cuanto voces “humanas” ¡claro está! Porque la naturaleza tiene también sus propias voces: el zumbido de las abejas, el cantar de los pájaros, las hojas de los árboles mecidas por el viento... “Voces” que tranquilizan al espíritu y que continuamente alaban a su Creador, como dice el salmo 150: “¡Todo cuanto respira alabe a Yahvéh!”.

En cuanto a las meditaciones que nos daba el padre Ángel, considero que eran demasiado elevadas al menos para mi nivel espiritual. El padre Ángel es un sacerdote con un nivel espiritual muy elevado y a mí no me resultaba fácil interiorizar todo lo que decía. Aunque de todo se aprende algo. ¡Muchas gracias, Don Ángel, por compartir con nosotros su espiritualidad!

He de confesar que durante mi estancia en Buenafuente cambió mi visión sobre las monjas de clausura. Yo siempre me las había imaginado como unas monjas más bien cerradas y poco cercanas, pero me llevé la gratísima sorpresa de que estaba equivocada. Las hermanas del monasterio resultaron ser unas monjas muy cercanas y agradables.

El único “pero” que podría añadir a todo esto sería que yo no alcancé mis expectativas espirituales. Pensaba que quizá allí podría averiguar lo que Dios quiere de mí, pero no lo conseguí. No sé, puede que sufra de “sordera espiritual.”

Es septiembre y he regresado al trabajo. Me acuerdo de la tranquilidad de Buenafuente, de los rezos, de la naturaleza... y lo echo de menos, pero doy gracias a Dios por haberme concedido el regalo de conocer Buenafuente del Sistal.

No quisiera terminar sin mencionar antes unos versículos de la Biblia. Son del libro de Rut, uno de mis favoritos, y los quiero dedicar a mi amiga Conchi, ya que si no hubiera sido por ella yo no habría podido asistir a estos ejercicios espirituales en Buenafuente.
Que Yahvéh te recompense tu obra y que tu recompensa sea colmada de parte de Yahvéh, Dios de Israel.”
Bueno Conchi, ya sabes, mejor “pagaor” que Dios no hay.

Mónica

martes, 16 de septiembre de 2008

¡Felicidades, Sor Teresita!

La madre Teresita, monja de Buenafuente, ha cumplido hoy 101 años.
El año pasado, cuando estuve allí, oí hablar mucho de ella y de sus famosas tortillas de papatas, que aún sigue cocinando ella sola..., bueno, ella sola con la ayuda de la Virgen, claro. Cuentan que cada vez que tiene que preparar tortillas para un grupo numeroso, se arremanga, pone delante una imagen de María y le dice: "¡Madrecita, hoy tenemos que lucirnos!". Y, por supuesto, no quiere a nadie más en la cocina.
Ángel Moreno, capellán de Buenafuente, ha escrito con motivo de su cumpleaños lo siguiente:
"Hoy ha cumplido 101 años Sor Teresita.
Durante la restauración de la sala capitular, Sor Teresita ha sido una valiosa ayuda para los restauradores, al indicarles cómo recordaba las pinturas que había, y en algunos casos, gracias a ella, han descubierto motivos que ya estaban a punto de perderse.
Comentándole que el próximo año yo cumpliré cuarenta en Buenafuente, y que tiene que esperar al menos hasta esa fecha, ella, muy serena, me ha respondido: "No hay que tener pensamientos inútiles en el corazón".

Nuestra felicitación a madre Teresita y nuestra acción de gracias a Dios por sus más de ochenta años en el Monasterio".

domingo, 14 de septiembre de 2008

Leyendo el Ciclo de Abrahán (III)

Leemos juntos la Biblia
Génesis 12-25

La tierra que da Dios

Nos preguntamos ahora cómo presenta el narrador a Abrahán y a Lot en Gn 13, qué rango social tenían.


2 Abram era muy rico en ganado, plata y oro.
3 Caminando de acampada en acampada se dirigió desde el Négueb hasta Betel, hasta el lugar donde estuvo su tienda entre Betel y Ay, 4 el lugar donde había invocado Abram el nombre de Yahveh. 5 También Lot, que iba con Abram, tenía ovejas, vacadas y tiendas.


a Como vemos, ambos personajes no tienen precisamente una economía precaria. Tienen abundantes posesiones de rebaños, oro y plata, hasta que llega un momento en que no caben en el mismo lugar. Necesitan espacio para que sus rebaños pasten, y comienza a haber disputas entre los pastores del uno y del otro, posiblemente a causa del agua para abrevar el ganado, o a causa de los pastos. Ésta es la razón por la que Abrahán y Lot tienen que separarse.

Y es interesante caer en la cuenta del modo tan distinto como uno y otro se hacen con la tierra que será suya.Abraham le dice a Lot que elija tierra, a izquierda o derecha, donde quiera y dice el narrador:
“Lot levantó los ojos y vio toda la vega del Jordán, toda ella de regadío, como el jardín de Yahveh, como Egipto, hasta llegar a Soar. Eligió, pues, Lot, para sí toda la vega del Jordán...”

Hay una gran diferencia entre este modo de hacerse con la tierra, según el cual él toma la iniciativa de la elección, levanta los ojos, ve y elige, y el modo de Abraham, invitado por Dios a alzar los ojos, ver todo lo que Dios le va a dar, y recibir el don de Dios (vv. 14-17).
El narrador, de algún modo, nos está diciendo que el modo correcto de andar por la vida es teniendo como compañero a Dios, contando con él para nuestras empresas, dejándonos guiar por él. Lot eligió y se equivocó en la elección, puesto que ya el narrador dice sutilmente que Lot eligió una tierra toda ella de regadío, pero esto era antes de destruir Dios Sodoma y Gomorra.
Abrahán, por el contrario, acogió lo que le fue dado y prosperó.
De Lot no se dice que se acordara de Dios agradecidamente en ninguna ocasión. Abrahán, por el contrario, estaba en continua relación con Dios a cada paso que daba.

a En estas dos figuras contrapuestas vemos reflejado el salmo 127/126 cuyo resumen sería “todo lo que hacemos sin Dios se desvanece y no prospera; lo que él da tiene promesa de eternidad y crecimiento”:

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

Lot “ha madrugado”, se ha anticipado a tomar posesión de una tierra que, aunque en apariencia es buena, resultará estar corrompida y abocada a la destrucción.
Abraham “duerme” y espera a que el Señor le construya su casa, su presente y su futuro. En este caso, Abrahán es modelo de creyente abandonado a lo que Dios dispone de él, receptivo a lo que Dios desea darle, sin preocupación, sin ansiedad, sin afanes, como quien se sabe en buenas manos.

A la luz de estos personajes, Lot y Abrahán, podríamos preguntarnos hoy cuál es nuestra actitud de fondo ante la vida: si es una actitud confiada, abandonada, llena de esperanza en un presente y un futuro en el que están presentes las promesas de un Dios que no abandona nunca, o, por el contrario, es una actitud ansiosa, impaciente, exigente y posesiva.
¿Miramos la realidad con los ojos que Dios nos da o con nuestra mirada tan limitada y tan obtusa?

a Charles Péguy, un autor espiritual, tiene un escrito precioso que hace referencia al salmo 127/26, que nos puede servir para meditar la actitud de abandono que Dios desea de nosotros.

“...Sé que se puede pedir al hombre mucho corazón, mucha caridad
y mucho sacrificio, y que tiene gran fe y gran caridad.
Pero lo que no hay manera de lograr es un poco de esperanza,
un poco de confianza, de reposo, de calma,
un poco de abandono en mis manos, de renuncia.

Porque Yo no he negado nunca el pan de cada día
al que se abandona en mis manos
como el bastón en la mano del caminante.
Me gusta el que se abandona en mis brazos
como el bebé que se ríe
y que no se ocupa de nada,
y ve el mundo a través de los ojos de su madre
y de su nodriza.

El que no duerme de preocupaciones es infiel a la esperanza,y ésta es la peor infidelidad.
Yo creo que podríais despreocuparos durante una noche
y que al día siguiente no encontraríais vuestros asuntos
demasiado estropeados;
a lo mejor, incluso, no los encontraríais mal,
y hasta quizá los encontrarais algo mejor.
Yo creo que soy capaz de conducirles un poquito.

Pero Yo os conozco, sois siempre iguales:
estáis dispuestos a ofrecerme grandes sacrificios
a condición de que vosotros los elijáis.
Preferís ofrecerme grandes sacrificios
a condición de que no sean los que yo os pido.
Sois así, os conozco.
Haríais todo por mí, excepto ese pequeño abandono
que es todo para mí
.

Por favor, sed como un hombre
que está en un barco sobre un río
y que no rema constantemente
sino que, a veces, se deja llevar por la corriente."

sábado, 13 de septiembre de 2008

Leyendo el Ciclo de Abrahán (II)

Leemos juntos la Biblia
Génesis 12-25



Abrahán, el antihéroe

Frente a la presentación de Abrahán como un hombre lleno de fe, en los vv. 10-20 de Gn 12 asistimos a un episodio un tanto escabroso, sobre el que nos sería más fácil “correr un tupido velo”, y no comentarlo (entre otras cosas porque podría herir la sensibilidad de alguno de nuestros lectores). Pero hay que hacerlo para caer en la cuenta de la fragilidad e ineptitud de las personas de las que Dios suele valerse para llevar a cabo sus planes.

Resulta que hay un gran hambre en Canaán y Abraham se ve obligado a bajar a Egipto en busca de alimento. Entonces le pide a su mujer que se haga pasar por su hermana, porque, al parecer, Saray era muy hermosa y Abraham teme por su vida. Es decir, a Abraham no le importa entregar a su esposa al faraón con tal de salvar su vida, poniendo no sólo a su mujer en peligro, sino también el plan de Dios, la promesa de la descendencia y el futuro prometido.
El narrador dice que ese faraón trató bien a Abrahán a causa de Sara, que fue llevada a palacio, entre las concubinas del faraón, y le dio ovejas, vacas, asnos, siervos, siervas, asnas y camellos. Pero Dios salió en defensa de Saray y atacó al faraón con grandes plagas.


El mensaje que este relato nos quiere transmitir es que el destino de Abrahán dependerá de la guía y protección de Dios, no de su inteligencia, ni de su virtud, ni de su heroísmo que, en este caso, brillaron por su ausencia.

La intervención de Dios para enderezar el entuerto de Abrahán es como una pedagogía divina para mostrarle a su elegido cómo debe caminar sin recurrir al fraude o buscando el propio beneficio. Abrahán es el padre de la fe de Israel pero nos consuela saber que también se equivocaba, tenía miedo, quería aferrarse a seguridades aunque fuera a costa de la propia honestidad y verdad... y que si no hubiera sido porque Dios cuidaba de él, no habría podido llegar a ser un verdadero creyente.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Leyendo el Ciclo de Abrahán (I)

Leemos juntos la Biblia
Génesis 12-25

La familia de Abrahán y Sara


27 Esta es la descendencia de Téraj:
Téraj fue padre de Abrám, Najor y Harán.
Harán fue padre de Lot, 28 y murió en Ur de los caldeos, su país natal, mientras Téraj, su padre, aún vivía. 29 Abrám y Najor se casaron. La esposa de Abrám se llamaba Saray, y la de Najor, Milcá. Esta era hija de Harán, el padre de Milcá y de Iscá.
30 Saray era estéril y no tenía hijos.
31 Téraj reunió a su hijo Abrám, a su nieto Lot, el hijo de Harán, y a su nuera Saray, la esposa de su hijo Abrám, y salieron todos juntos de Ur de los caldeos para dirigirse a Canaán. Pero cuando llegaron a Jarán, se establecieron allí. 32 Téraj vivió doscientos años, y murió en Jarán.


a En primer lugar, es interesante notar que la genealogía de Teraj es, como todas las de la Biblia, patriarcal, es decir, tiene en cuenta la descendencia por vía paterna. Ni siquiera se nos menciona el nombre de la madre de Abrahán ni el de la madre de Lot. Tampoco se nos dan noticias sobre ellas, por lo que hay que suponer que Teraj y Harán fueran viudos.
En segundo lugar, para poder seguir con la imaginación este relato, nos vendría muy bien tener delante un mapa donde situar a los personajes.
Decimos que Téraj y sus hijos procedían de la ciudad de Ur, en Caldea, más o menos donde está el actual Irak. Ur quedaría hacia el centro de Irak, cerca del río Eúfrates.
Esta familia era nómada, una familia de pastores, que se dispone a marchar desde Ur hasta Canaán, posiblemente en busca de mejores pastos para sus ganados. ¿Dónde encontramos Canaán? Se correspondería con la zona de Israel, Líbano, y la parte oeste de Siria y de Jordania.


¿Quiénes emprenden el camino? El cabeza de familia, Téraj, su hijo Abram, su nuera Saray, y su nieto Lot, que era huérfano de padre, como nos dice el relato.
En estos últimos versículos del capítulo 11 nos interesa resaltar lo siguiente: en ellos el narrador nos presenta a los protagonistas de la película que vamos a ver después: Abram, Saray y Lot. De estos protagonistas es curioso el único dato que subraya el narrador: “ Saray era estéril, sin hijos”
. Para la mujer israelita, no tener hijos era la mayor pobreza. Los hijos eran signo de la bendición de Dios. La esterilidad suponía una maldición. Y, para una sociedad que no cree aún en la vida eterna, la supervivencia o la perpetuación en la historia, en el futuro, o sea, el modo de no morir, era perpetuarse en los hijos. Una mujer sin hijos estaba abocada a desaparecer en la historia y a que no quedara rastro de ella.

¿Por qué el narrador tiene tanto interés en que los que escuchamos o leemos sepamos este dato de la esterilidad de Saray? Porque precisamente por esa carencia de Saray va a entrar Dios en la historia haciendo posible lo imposible, haciendo fecundo lo estéril y dando vida allí donde parece que sólo hay un vientre yermo.
En la Biblia aparecen muchas mujeres estériles a las que Dios va a elegir precisamente para ser madres de personajes importantes de la historia de Israel.
¿Qué significa esta esterilidad? Precisamente la incapacidad humana de generar cauces de salvación y el hecho de que sólo Dios puede hacerlo.


La llamada a salir y la bendición
Pero dejábamos a Abram, Saray y Lot en Jarán. Allí murió su padre, Teraj, y fue entonces cuando Abrahán escuchó de Dios la siguiente llamada y la siguiente bendición:

1 Yahveh dijo a Abram: "Sal de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré.
2 De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y sé tú una bendición. 3 Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan. Por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra."
4 Salió, pues, Abram, como se lo había dicho Yahveh, y con él Salió Lot. Tenía Abram 75 años cuando salió de Jarán.

Nos encontramos en los primeros versículos del capítulo 12. Fijémonos en la llamada que Dios le hace a Abrahán: “Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre a la tierra que yo te mostraré”.

“¡Sal!”. La propia tierra, el propio país, el círculo familiar, los amigos, las raíces de la infancia, los recuerdos, las costumbres, los lugares conocidos... constituyen a menudo toda nuestra seguridad. Y lo que Dios le pide a Abrahán es un éxodo de todo lo conocido hacia una tierra que aún no ha visto, sin ninguna garantía de éxito en esa empresa, o con la única garantía que da el fiarse de alguien que nos parece merecedor de tal confianza. Abrahán no ha visto su futura tierra, pero sale fiándose de la palabra del Señor. Sale como un ciego que camina a tiendas.
En un momento de oración que tuvimos hace años un grupo de compañeros de la universidad, una de nuestras compañeras, Mariola, hoy profesora de Biblia y escritora, compartió con nosotros una imagen muy bonita para decirnos cómo entendía ella la fe: la fe es como un bastón de ciego que no te permite asegurar más espacio delante de tus pies que el del próximo paso. Con el bastón, un ciego no puede apreciar dónde está el final de la calle, pero tampoco lo necesita. Sólo necesita saber dónde ha de dar el próximo paso. Así es la fe: nos conduce paso a paso a la espera de que Dios nos muestre gradualmente el camino.

El fundador de la Familia Paulina, el beato Santiago Alberione, decía que Dios enciende las luces poco a poco, no de golpe, y eso nos permite saber qué tenemos que hacer y adónde tenemos que ir hoy con una absoluta confianza, sin pretender que Dios nos desvele todo su proyecto cuando nosotros queremos, dejando el mañana en sus manos.
Pues eso es lo que sucede en la vida de Abrahán y Sara cuando Dios les pide que salgan de su tierra sin saber adónde habían de ir.

El versículo 2 contiene una bendición que a este matrimonio ya anciano y estéril le debía sonar un poco surrealista:
De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y sé tú una bendición”.
Para los semitas, se notaba que una persona había sido bendecida por Dios cuando vivía una larga vida, es decir, cuando moría anciano; cuando tenía riquezas y posesiones y cuando tenía muchos hijos. Desde ese punto de vista, la esterilidad era un signo de maldición o de olvido de Dios, y ahora resulta que a Abrahán se le hace la promesa de que será “una nación grande”, es decir, hay que tener esperanza en aún llegará una descendencia numerosa.

Por otra parte, es importante notar que esa bendición de Abrahán tiene una dimensión universal, es decir, la bendición no se le ha dado sólo a él y a su descendencia sino para que, en él, serán benditas todas las naciones de la tierra. En esto se apoyará san Pablo para decir que la promesa de la fe no fue sólo para el pueblo escogido sino para todos, judíos y paganos, los de cerca y los de lejos.
Así pues, Abrahán hace lo que Dios le dice: sale con toda su familia y sus posesiones y en todas las paradas que va haciendo, a medida que se desplaza del norte al sur del país, va erigiendo altares a Yahveh e invocando su nombre. Es decir, va sustituyendo el culto pagano de Canaán por el culto a Yahveh. En los versículos 4 al 9 se mencionan distintos lugares sagrados, como “la encina de Moré”, que debía de ser un antiguo santuario cananeo, tal y como se describe en el libro del Deuteronomio. Precisamente allí se produce un encuentro entre Dios y Abrahán en el que Dios ratifica su promesa de la tierra y la descendencia: “A tu descendencia he de dar esta tierra”.

Mil soles espléndidos

Mi amiga y colaboradora en Radio María, Mª Ángeles, me ha prestado un libro que ha leído este verano y que le ha impresionado profundamente. Se trata de la novela de Khaled Hosseini "Mil soles espléndidos". Ella me la ha recomendado vivamente aunque, eso sí "necesitarás tomarte un respiro de vez en cuando, porque en ocasiones resulta agobiante...", me ha dicho.
Anoche comencé su lectura. Sólo tres páginas, porque caí rendida. Pero el argumento es atrayente y prometedor:
"Hija ilegítima de un rico hombre de negocios, Mariam se cría con su madre en una modesta vivienda a las afueras de Herat. A los quince años, su vida cambia drásticamente cuando su padre la envía a Kabul a casarse con Rashid, un hosco zapatero treinta años mayor que ella. Casi dos décadas más tarde, Rashid encuentra en las calles de Kabul a Laila, una joven de quince años sin hogar. Cuando el zapatero le ofrece cobijo en su casa, que deberá compartir con Mariam, entre las dos mujeres se inicia una relación que acabará siendo tan profunda como la de dos hermanas, tan fuerte como la de madre e hija. Pese a la diferencia de edad y las distintas experiencias que la vida les ha deparado, la necesidad de afrontar las terribles circunstancias que las rodean -tanto de puertas adentro como en la calle, donde la violencia política asola el país-, hará que Mariam y Laila vayan forjando un vínculo indestructible que les otorgará la fuerza necesaria para superar el miedo y dar cabida a la esperanza.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Hoy he visto un milagro (II)

La vivencia con que el Señor nos agració el día de la Natividad de María ha suscitado en mí una reflexión y una oración continua durante estos dos días. Oración de acción de gracias y de petición, que hoy se ha plasmado en el salmo que sigue, con sabor a la experiencia religiosa de Israel y de muchos creyentes que confían en Dios:

Ya lo sabía,
me lo habían contado desde niña,
lo conocía de oídas,
pero hoy han visto mis ojos
que los que esperan en Ti
no quedan nunca defraudados,
y que lo que parece difícil para nosotros
no es imposible para Ti.

A Ti llega el clamor de los pobres,
y miras con compasión sus lágrimas.
Sientes con ellos,
sufres con ellos,
y haces todo lo que está en tu mano
para librarles de sus angustias.
Así lo dicen los salmos:
"El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos",
"como siente una madre ternura por sus hijos,
así Tú sientes ternura
por cuantos confían en tu Bondad".

Tú eres Bueno y Fuente de la Vida,
tu Nombre es Amor.

Si alguien me lo preguntara,
no sabría decir cómo actúas.
Pero cuando los increyentes
me preguntan burlonamente
"¿dónde está tu Dios?",
yo sé dónde estás, Dios mío,
y les respondo que estás
donde estaba Jesús:
del lado de la vida.
Allí te he encontrado hoy.

Hoy te he visto rescatar
a una hija tuya de la desesperación
y limpiar las lágrimas de sus ojos.
Hoy te he visto cambiar
su luto en danza
y su tristeza en alegría.
Hoy te he visto Compañero de camino,
Emmanuel y Salvador.

Llena de estremecimiento, asombro y gratitud,
me pongo ante ti
para suplicarte confianza.
Que, cuando dude, recuerde
lo que han visto mis ojos,
y sepa esperar contra toda esperanza,
con la serena certeza de que, para tu Amor,
nada hay imposible.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Hoy he visto un milagro (I)

Hoy he visto un pequeño milagro.
Mi amiga y hermana de Congregación, Úrszula Szymanska, está pasando diez días de vacaciones en España y la estoy acompañando a visitar algunas ciudades monumentales, entre ellas (¡cómo no!), mi bella Toledo.
Esta mañana hemos salido pronto, tras la Eucaristía, a ver el museo sefardí, situado en la sinagoga del Tránsito. Mi despiste y mi poca costumbre de visitar han hecho que no cayese en la cuenta de que los museos suelen permanecer cerrados los lunes. Así es que hemos continuado nuestro recorrido hacia la catedral, pasando por la iglesia de Santo Tomé y la contemplación del famoso cuadro del entierro del conde de Orgaz.

Rara vez me he detenido a entrar en la iglesia, pero hoy he querido que Úrszula la viese por dentro. Hasta aquí, todo corriente, irrelevante, prosaico... Pero es aquí donde ha comenzado el milagro. Seguramente, Loli no leerá esto nunca, pero estoy convencida de que ella ha sido, hoy, agraciada por Dios de un modo especial, tierno, compasivo, efectivo y "eficaz".

Estábamos en la iglesia cuando una mujer joven, de unos treinta y tantos años, me ha preguntado si yo conocía a la hermana Rita.
-No, pero podemos preguntarle al sacerdote que está rezando.

En efecto, en una capilla lateral, un joven sacerdote elevaba su oración de rodillas.
-No quiero estorbar su oración -me ha respondido la joven, un poco azorada.
-No importa. No creo que esta pregunta le distraiga demasiado -he repuesto yo. Y he ido a preguntar resueltamente al sacerdote.
-¿Rita? Aquí no hay ninguna hermana Rita -me ha respondido, y ha continuado su oración, de rodillas y con las palmas manos unidas a la altura del mentón, en un gesto piadoso.

Cuando le he transmitido a la mujer las palabras del sacerdote, su rostro se ha entristecido.
-Mire, una pastora protestante me ha enviado aquí, a la calle Santo Tomé, a buscar a la hermana Rita, y no sé cómo encontrarla.
Y mientras me decía esto, me mostraba un cuaderno garabateado, con referencias imprecisas sobre una religiosa y una calle sin número, al tiempo que sus labios han comenzado a temblar, presos de desconsuelo y casi al borde del llanto. Entonces me he sentado con ella en el banco de la iglesia. Mientras tanto, Úrszula me esperaba y se había sentado a rezar.

-¿Para qué quieres a la hermana Rita?
-Para que me ayude. No tengo dónde estar, no sé adónde ir, y la asistente social ha dicho que hasta el miércoles no puede atenderme.
Dos gruesas lágrimas han comenzado a rodar por sus mejillas...
-¿De dónde eres?
-De Barcelona. Mi familia no quiere saber nada de mí, y desde hace un año y medio estoy en Toledo. Pero ahora no tengo trabajo ni un lugar para dormir. Busco, pero no es fácil encontrar...
-¿Cómo te llamas?
-Loli.
-No llores, Loli. ¡No llores, mujer! Vamos a buscar a Rita. O si no, buscaremos un albergue en Toledo. ¡Vamos!

Se ha secado las lágrimas y hemos salido fuera, con Úrszula. He llamado a una de mis hermanas de comunidad para que me buscara ciertos teléfonos útiles, pero no había manera de encontrarlos. Mientras ella buscaba, yo rezaba interiormente una oración al ángel custodio ("Ángel de Dios, que eres nuestro custodio, consíguele una casa a esta mujer..."). Al instante, cuando he colgado el teléfono, he visto venir entre la gente a una religiosa de María Inmaculada. Me he abalanzado sobre ella y le he dicho:
-Perdona, tengo que preguntarte algo, es una emergencia...

Para no asustarla, lo primero que he hecho ha sido identificarme... (religiosa, residente en Toledo, etc, etc...), y luego he pasado a referirle la historia de Loli, una mujer necesitada de cobijo.
-No tengo a mano el teléfono del albergue y desconozco también su ubicación. Quizá vosotras podáis ayudarme. Esta mujer busca a una tal hermana Rita pero...
-¿Rita? ¡Rita es de mi comunidad! Es la encargada de asuntos sociales. No te preocupes. Yo me quedo con la joven, y si no hay sitio con nosotras, la llevaremos al albergue...

La religiosa era joven, muy delgada, de ojos negros chispeantes y sonrisa abierta. Cuando hemos llegado hasta Loli y le hemos contado todo, no ha podido contener las lágrimas de alegría y un suspiro de alivio, mezclado con una suerte de desconcertada incredulidad. Loli se ha quedado con la hermana Ana en muy buenas manos, y yo he recordado otros episodios semejantes que he experimentado durante mi vida.

Estoy convencida de que no existe la casualidad. Todo es Providencia. Todo tiene una razón, un sentido y una guía benevolente que lo dispone todo para nuestro bien: acontecimientos, personas que se cruzan en nuestra vida...

Por otra parte, hoy me he visto sobresaltada y me ha sorprendido ser, de nuevo, una mediación del cuidado de Dios hacia sus criaturas.
Hoy he visto que ha sido verdad, para Loli, lo que Dios nos dice por boca de Isaías:

"Yo, el Señor, les responderé.
Yo, el Dios de Israel, no los abandonaré" (Is 41,17).

Y también lo que dice el Deuteronomio:

"Es tu Dios el que camina contigo.
No te dejará ni te abandonará" (Dt 31,6).